Termina la semana de Madrid Fusión y Enofusión, a la que hemos acudido como otros años, y que se ha convertido en el punto de encuentro de la gastronomía de vanguardia, y en escaparate de las nuevas tendencias de platos y bebidas.
Cada vez más, los grandes chefs se superan en propuestas que empiezan a dejar de ser “terrestres” y pasan a formar parte del espacio sideral. Ángel León, el chef del mar, presenta una técnica sacada de su laboratorio de investigación, para descalcificar el exoesqueleto de los crustáceos de tal forma que podemos empezar un aperitivo comiendo unas pinzas de bogavante enteras. También se trabaja la piel de pescado, para obtener hilo natural, y poder bridar mejor la pieza sin espinas.
Viendo esto, muchos se sentirán identificados con la opinión bromista e irónica del vídeo del cocinero vasco David de Jorge, más conocido como “Robin Food”, quién invita a sus colegas a “dejar de comportarse como iluminados”, “abandonar esa pose de estreñidos”, y sobre todo a dejar de hablar en un lenguaje, que a él mismo le cuesta entender, con las ocurrencias que han sacado de sus laboratorios de investigación.
Japón ha sido el país invitado en esta edición, y la verdad es que ha dejado mucho que desear. La gran riqueza de la cocina nipona, se ha visto reducida a la mínima (y poco sorprendente) expresión.
Nanín Pérez del Restaurante alicantino Murri, ha sido galardonado como premio al Cocinero revelación.
En cuanto a vinos obviamente no hemos podido probar todas las novedades, pero nuestra ruta de cata destaca Un Triennia de Portia 2012, Campillo gran reserva 2010, y un Faustino “Icon Edition”, muy interesantes.
Carlos Moro, ha presentado este año en Enofusión: Finca San Cibrao 2017, su primer D.O. Ribeiro, un “coupage” especial y único con las variedades autóctonas y más señeras de esta D.O.: Treixadura, Godello y Albariño. Un vino muy diferente, con nuevos aromas y registros.
De Rioja fuimos al stand de Marques del Puerto, donde quisimos posicionarnos en dos extremos muy claros: un Bentus de la añada 2014, y un Gran Reserva Román Paladino de 2004, ambos sorprendentes.