El Asador El Molino de Guadarrama es un santuario de la tradición castellana donde el producto de calidad se trata con la reverencia que merece.
Nuestra reciente visita fue un interesante viaje sensorial de todos los pases presentados, donde el lechal y la cuidada selección de vinos elevó la comida a la categoría de experiencia gastronómica.
Un Aperitivo de Raíces y Tradición
Comenzamos con una tríada de entrantes:
- Revuelto de setas y cherrys: Un inicio delicado y terroso, donde la frescura del tomate cherry contrarrestaba la intensidad umami de las setas, demostrando que la sencillez, cuando se ejecuta bien, es sinónimo de elegancia.

- Croquetas caseras de jamón ibérico y huevo: Un clásico ineludible. Cremosas por dentro, con un rebozado fino y crujiente, y el sabor rotundo e inconfundible del buen jamón ibérico.

- Mollejas de lechal al ajillo: El aperitivo perfecto para lo que vendría después. Tiernas, doradas a la perfección y con ese toque de ajo que realza su sabor sin eclipsarlo.

La Elegancia de la Cepa: Un Viaje por la Rioja
La comida principal estuvo magistralmente acompañada por dos reservas que son la quintaesencia de la DO Rioja, y que merecen una mención aparte por la finura con la que maridaron el asado. Por orden:
- Monte Real Reserva 2019: Más directo y con un perfil frutal más marcado, pero con la elegancia que se espera de un clásico de la Rioja Alavesa. Intensidad aromática, notas de vainilla y coco del roble bien integrado, y un paso por boca equilibrado y persistente. Ambas referencias ofrecieron un contrapunto perfecto al plato estrella, elevando cada bocado de carne con su estructura y complejidad.

- Remelluri Reserva 2015: Este vino ofreció una complejidad soberbia. En copa, se presentaba con un color rubí intenso y unos aromas donde se fundían la fruta negra madura (moras, ciruelas), las notas balsámicas y los toques especiados y tostados de la crianza. En boca, su tanino era pulido y sedoso, con una acidez vibrante que aportaba frescura. Un vino con cuerpo pero de trago largo, que demostró una madurez envidiable.

El Lechal Asado: La Perfección de la Tradición
Llegamos al plato principal, el Lechal Asado, y aquí es donde El Molino exhibe su maestría. Servido en su punto exacto, con la piel crujiente y la carne, de un rosa pálido, deshaciéndose al tacto del tenedor.

La calidad de la materia prima era incuestionable: un cordero lechal de primer nivel, criado para ofrecer una grasa tierna y una carne jugosa que no necesitaba más artificio que el calor lento del horno de leña artesano. Un sabor puro, intenso y delicado a la vez, el auténtico sabor de Castilla. La combinación del sabor meloso del lechal con la estructura tánica y los matices de los vinos hicieron un momento de armonía culinaria para la memoria.
Un Final Dulce y Clásico
Rematamos “la jugada”, con dos clásicos que cierran la experiencia con dulzura:
- Tarta de queso: Cremosa, con ese punto justo de acidez y dulzor que equilibra el paladar tras la intensidad de la carne.
- Milhojas de crema y nata: Un juego de 3 texturas: la finura hojaldrada, la suavidad de la crema y la ligereza de la nata.

El Asador El Molino de Guadarrama no es solo un destino, es una experiencia obligada para cualquier amante del buen comer que valore la autenticidad, la tradición y, sobre todo, la calidad suprema de un lechal que se eleva a la categoría de arte, arropado por una bodega que sabe acompañarlo con el respeto que merece a unos precios justos y asequibles.
Información: https://elmolinodelrey.es/