Dehesa de los Canónigos. Alma vasca en la Ribera del Duero.

En el recorrido de la carretera de Renedo a Pesquera de Duero, aparece de repente una construcción que nos transporta al corazón del País Vasco.

 

En plena Ribera del Duero, la Bodega Dehesa de los Canónigos se alza como un homenaje arquitectónico a las raíces vascas de sus antiguos propietarios.

El edificio principal, un caserío tradicional, fue construido por Teodosio Lecanda Chaves en el siglo XIX como tributo a su tierra natal. Hoy, esta construcción sigue siendo el hogar de la familia Sanz Cid, quienes lideran con pasión el proyecto enológico.

Nos reciben Belén e Iván Sanz Cid, dos de los cuatro hermanos que actualmente dirigen la bodega. Belén, enóloga y directora técnica, e Iván, responsable del viñedo, han heredado no solo la finca, sino también el espíritu de su padre, Luis Sanz Busto. Su lema, grabado en la memoria de la bodega, sigue guiando cada decisión: “Antes uvas que cubas”. Esta filosofía pone el foco en el viñedo como origen de todo, cultivado bajo prácticas sostenibles y con respeto absoluto por el “terroir”.

La finca, de más de 600 hectáreas, alberga variedades como Tinto Fino, Cabernet Sauvignon, Merlot y Albillo Mayor. Los viñedos se cultivan en ecológico, buscando siempre la máxima expresión de cada parcela, y una de ellas específicamente destinada como “Viñedo solidario”, cuyos beneficios de cosecha, y posterior elaboración, van destinados a proyectos de acción social.

Las instalaciones de vinificación, recientemente renovadas, conviven con elementos históricos como barricas centenarias y muros de adobe que conservan el alma de la finca.

Antes de entrar en las naves, nos sorprende una instalación artística creada por Raúl Mejías con motivo del 25 aniversario de la bodega. Un espectáculo visual que conecta arte y vino, y que prepara el espíritu para lo que está por venir. Las puertas de la bodega guardan historias y secretos que solo se revelan a quienes la visitan.

Uno de los rincones más encantadores es el jardín privado, un oasis de calma donde una fuente emite sonidos naturales que envuelven al visitante en una atmósfera de paz. Este espacio refleja el cuidado estético y emocional que la familia imprime en cada rincón de la finca.

La cata nos ofrece tres vinos que resumen la esencia de Dehesa de los Canónigos:

  • Dehesa de los Canónigos Crianza 2019: envejecido durante 15 meses en roble americano, este vino destaca por su elegancia, estructura y equilibrio. Aromas de fruta madura, notas especiadas y taninos sedosos lo convierten en un clásico de la Ribera del Duero.
  • Solideo Reserva 2021: elaborado con Tinto Fino, Cabernet Sauvignon y Albillo Mayor, es un vino de gran profundidad y alma ribereña. Su crianza en roble francés y americano le aporta complejidad, con notas balsámicas, minerales y una persistencia envolvente.
  • Luzianilla 2021: el gran regalo inesperado. Aunque se nos había dicho que estaba agotado, María Luz Cid, matriarca de la familia, nos ofrece dos botellas de su reserva personal. Este clarete de guarda, elaborado en su honor, recupera la tradición del rosado ribereño. Su etiqueta, una acuarela de Paco Somoza, refleja su amor por las rosas. El vino, fresco, pero con cuerpo, es una joya de sensibilidad y homenaje familiar.

Cada uno de estos vinos cuenta una historia. Son el reflejo de una familia que vive y respira su tierra, que cuida cada detalle y que transmite emoción en cada copa.

Sedosos, complejos, elegantes y con gran capacidad de guarda, enamoran desde el primer sorbo.

Más información en: https://www.dehesadeloscanonigos.com/

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