Entramos en la fábrica de Cervezas artesanas de La Cibeles. Miguel Angel Patiño es actualmente el director comercial de la empresa, y una de las personas que han participado en la creación de la marca desde el principio. Nos cuenta como empezaron siete gatos, uno por cada vida del felino, liderados por David Castro, artífice y alma mater del proyecto.
Los inicios fueron en una cocina doméstica. David compartía su pasión con la familia y amigos a quiénes poco a poco fue inculcando su pasión por la cerveza artesana. El negocio empezó de cero con recursos mínimos y esfuerzo titánico. Fue creciendo poco a poco, como la espuma del elemento líquido, y su maestría cervecera ha logrado ocho años después, que La Cibeles se posicione como una excelente propuesta de cerveza artesana, en el competitivo mundo de esta especialidad.
Miguel Angel, guía nuestra visita, y nos explica con entusiasmo cada rincón de la fábrica por la que merodean anécdotas y propuestas de compra que ya han recibido de grandes marcas, aunque siguen con espíritu libre e independiente.
Subimos a la planta superior, donde se abre un espacio multiusos, en el que se ofrecen diferentes actividades alrededor del mundo de la cerveza artesana; cursos, catas, visitas a la fábrica, reuniones de empresa, etc. Es la “zona gamberra” de la fábrica y donde vamos a degustar una cata de 4 de sus caso veinte referencias actuales.
Intensidad en sabor, distinción, algo diferente… calificativos que expresan las sensaciones que nos transmiten las variedades que catamos. Vemos y tocamos algunas de las variedades de cereales que se importan de diferentes países, malta, lúpulo, trigo aparecen en diferentes recipientes en la mesa demostrativa, si bien el gran aporte a la fórmula maestra es el agua de Madrid, sí, del propio Canal de Isabel II.
De todas Las Cibeles probadas, me quedo con la Imperial. Buen cuerpo, gran intensidad aromática y sabor sobresaliente. Para recordar, compartir y descubrir con amigos.